domingo, 8 de agosto de 2010

Bajo el sol de la Toscana

Esta es una de esas muchas pelis que tenía esperándome desde hacía tiempo, y la verdad es que me esperaba la típica empalagosa y romanticona. Y vale, tiene su parte amorosa, pero no sólo.

Me ha hecho reír, me ha hecho criticar a los hombres, y me ha hecho ver que, aunque la vida dé un giro de 180º, aunque una relación termine, aunque pensemos que no nos queda nada, siempre se puede volver a empezar de cero, y con más o menos esfuerzo, conseguir ser feliz.

Pero vamos, voy a dejarme de reflexiones de sábado por la noche sin juerga y os voy a contar un poco de qué va...

Frances Mayes (Diane Lane) es una escritora y crítica literaria a la que, de un día para otro, le llega el divorcio. Su ya ex-marido se queda con la casa, y su mejor amiga, por animarle, le regala un viaje a la Toscana al que ha tenido que renunciar debido a su embarazo. Al principio Frances lo rechaza, pero viendo que el vecino del apartamento al que se muda no le deja oírse pensar, decide irse.

En Cortona, ya en Italia, ve el anuncio de una casa de la que se enamora, y que compra incluso antes de haber visto. La casa es un desastre, estaba construida 300 años antes y se cae, literalmente, a trozos.

Hace amistad con el que intuyo que es el agente inmobiliario (Martini) y con el jefe de los obreros a los que encarga la reforma (Placido). También se encariña de uno de ellos, el más joven (Pawel).

Después de que le rompan la lámpara del salón, tiene que ir hasta Roma a buscar un recambio. Allí tres hombres le persiguen y ella, para salir del paso, besa a un hombre con el que se cruza, disimulando que es su marido (Marcello). Una cosa lleva a la otra, y terminan en Positano (cerca de Nápoles) teniendo una aventura. Ella vuelve a casa, pero le promete que volverá ese mismo fin de semana para verse de nuevo.

Pero cuando está saliendo de casa recibe una sorpresa. Su mejor amiga, Patty (interpretada por Sandra Oh, la embarazada que no pudo ir al viaje) está allí, y ha roto con su novia, que le ha abandonado. Así que el fin de semana en Positano se cancela, y la vida sigue en Bramasole, la villa de Cortona.

Un día, Frances está recogiendo aceitunas, cuando ve por unos prismáticos que Marcello (Raoul Bova) está en su casa. Sale corriendo, pero no consigue alcanzarle. Cuando vuelve a casa, le echa la bronca a Patty por no haberle entretenido, y ésta se pone de parto.

Unos días después, Frances decide ir a Positano, se compra un vestido blanco siguiendo la nota que le había dejado Marcello sobre un sueño, y cuando llega allí se lleva la decepción: él ya está con otra. Al volver a la Toscana, Pawel (el más joven de los obreros) y Chiara (la hija del contratista, Placido) están llorando. Están enamorados y quieren casarse, pero no se lo permiten porque él es polaco. Frances les acompaña a casa de Placido, y les convence a él y su mujer de que se quieren, y la abuela también contribuye (a sus ochenta años se enamoró a través de internet de un hombre de Ecuador).

Final feliz: Frances tiene todo con lo que había soñado: una boda en su casa (Pawel y Chiara), una familia (Patty y su bebé), y casualmente, al final de la película, el amor de su vida.

Obviamente, no podía faltar el final feliz. Pero insisto, creo que vale la pena verla. Tiene puntazos bastante buenos que conseguirán arrancaros una carcajada. O al menos conmigo lo ha conseguido...