Esta es una crónica que he tenido que escribir para la universidad. Estoy abierta a críticas constructivas y sugerencias
La historia es la base del periodismo, y éste no sería nada sin ella. Hay que contextualizar todas las informaciones, y sin conocer el pasado esto resulta imposible. Así lo defendía Kapuscinski, el maestro de los periodistas a pesar de ser historiador. En cierto modo, el Encuentro quería ser un homenaje al considerado el mejor reportero del siglo XX. El acto se celebró los días 29 y 30 de noviembre en el salón de actos del Campus de Fuenlabrada, de la Universidad Rey Juan Carlos. Los problemas técnicos estuvieron presentes en las dos jornadas. Nada más empezar se fue la luz, lo que impidió que los micrófonos funcionasen. En otra ponencia no funcionó el vídeo. Y a la hora de ver la película de Las Trece Rosas fue el audio lo que no quería trabajar. Las consecuencias de tales inconvenientes fueron que algunos ponentes tuvieran que acortar sus exposiciones para no trastocar el tiempo de los demás, y que el técnico de sonido recibiera abucheos después de más de veinte minutos esperándole para poder ver la película. Pero no todos los problemas fueron técnicos. Enric Saperas, Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y encargado de la inauguración del Encuentro, no pudo asistir debido a una baja por intervención quirúrgica. La idea de hablar conjuntamente de periodismo e historia se le ocurrió a José Luis Rodríguez, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos. Y junto con Antonio Rubio, profesor de Periodismo de Investigación en la misma universidad y periodista en el diario El Mundo, lo llevaron a cabo. Y como era el primero y no había un gran presupuesto, tuvieron que recurrir a compañeros y amigos para completar el programa de ponencias. Se habló de ETA, de dictadores, de metodologías compartidas entre periodismo e historia, de fuentes de información, de documentación y de medios dedicados a la historia. Medios como la revista La Aventura de la Historia, de la cual regalaron un ejemplar los asistentes, ya que su Redactora Jefa, Asunción Doménech, era una de las ponentes. Algunas de las conferencias resultaron pesadas para los asistentes porque los ponentes se limitaban a leer presentaciones en Power Point o sus apuntes, y hablaban más tiempo del que tenían destinado, lo que provocaba retrasos en el horario establecido. También daba la impresión de que no las llevaban demasiado preparadas. Algunos de los alumnos presentes manifestaron que las ponencias eran exactamente lo mismo que algunas clases de esos mismos profesores. Quizás lo que más sensación provocó fue la proyección de la película Las Trece Rosas, basada en el libro de Carlos Fonseca, otro de los participantes en el Encuentro. La película provocó el llanto a más de uno. Y unos minutos más tarde Fonseca desveló algunas de las diferencias entre la película y la realidad: por ejemplo, el hijo de Blanca Brisac no leyó la carta de su madre hasta veinte años más tarde. Como anécdota contó cómo obtuvo la primera fuente para este tema: buscó en las Páginas Amarillas el apellido de una de las Trece Rosas, Dionisia Manzanero, y telefoneó a todos los que tenían ese apellido. Contactó con unos sobrinos de la joven fusilada, y a partir de ahí se formó un entramado de fuentes relacionadas con la cuestión, que dieron lugar a su libro. De los filmes basados en historias reales que alteran la realidad habló Begoña Soto Vázquez, experta y profesora en Cine e Historia. Complementó la información sobre este tema que había dado el periodista de Tiempo, y contó cómo usar las fuentes cinematográficas para conocer la historia contemporánea. La declaración de José Manuel Azcona, profesor de Historia Contemporánea en la universidad anfitriona, provocó una pequeña polémica entre un grupo de asistentes. Hablaba de la canción de Barricada, No hay tregua, como si el conjunto musical defendiera las ideas de ETA. Dicha canción era la banda sonora del vídeo que intentó poner, pero volvieron otra vez los problemas técnicos y no fue posible. Y la cuestión era que una de las frases del tema dice: “Nunca tendrán las armas la razón”. Pero al recitar el estribillo estaba sacado fuera de contexto. Otra de las ponencias, que según su enfoque no tenía mucha relación con el tema, fue la de Lorenzo Castro Moral, un sociólogo que iba a hablar de las fuentes de observación directa, pero que se limitó a enseñar fotos de su archivo particular. Algunas resultaban curiosas y divertidas, pero no tenían ninguna relación con los temas que allí nos reunían, ni con el periodismo ni con la historia. Algunos estudiantes no mostraban ni el más mínimo interés ni tampoco respeto, porque entraban sólo a firmar la hoja de asistencia o empezaban a jugar con los móviles o con sus portátiles sin pensar en la interrupción que esto generaba entre los que de verdad querían enterarse. Pero los que incordiaban eran una minoría. Pero a pesar de todos los contratiempos, los organizadores ya están pensando en cómo preparar el Segundo Encuentro entre el Periodismo y la Historia. Quizás el año que viene.
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